A menudo damos un significado superlativo a esto de «ser normal», pareciéndonos algo inalcanzable. Estigmatizamos el hecho de padecer fobia social, creyendo que no podemos hacer determinadas cosas a causa del intenso miedo que nos recorre cuando nos planteamos su puesta en marcha; por contra, solemos creer que el resto de las personas, las «normales», pueden llevar a cabo cualquier tipo de exposición delante de público de forma satisfactoria y sin sufrir nervios. Hoy os presentamos algunos de los ejemplos que podemos llegar a encontrar de gente influyente y famosa que convivió o convive con este problema.

Remontándonos en el tiempo, Robert Burton (1845), en su obra «La Anatomía de la Melancolía», recoge la descripción de un paciente de Hipócrates, que este último describe como aquejado de algo más que una timidez, suspicacia o temerosidad. «No se atreve a estar con otras personas por el miedo a que va a vocalizar mal o excederse en sus gestos mientras habla, y teme que va a ser deshonrado ante los demás. Piensa que cada persona le observa». Otro tanto parecía ocurrir con Demóstenes, el gran orador griego, del que se dice que caminaba por la playa con pequeñas piedras en su boca para perfeccionar su dicción y así evitar equivocarse cuando tenía que hablar en público.

Claudio gobernó como emperador romano durante 13 años. A pesar de que fue un brillante estudiante, gobernante y estratega militar, además de ser querido por el pueblo y ser el hombre más poderoso del mundo conocido, fue muy maltratado por sus contemporáneos y constantemente ninguneado; curiosamente, en su infancia se consideró que era inaceptable para desempeñar cargos públicos. Tartamudeaba y tenía que leer sus discursos sentado en vez de estar de pie.

Entre los escritores también observamos varios ejemplos:

Elfriede Jelinek autora de la novela «La Pianista» (1983), llevada posteriormente a la gran pantalla con idéntico título por Michael Haneke, realizó cursos de teatro e historia del arte, mientras continuaba con sus estudios musicales. Escritora autríaca cuya literatura se ha calificado de crítica social y preocupación por el análisis de la condición de la mujer, fue la decima en conseguir el Premio Nobel de Literatura en el 2004. Después de conocer que se le había otorgado el galardón, se disculpó con los miembros de la Academia y anunció que no iría a la ceremonia de entrega. «Sufro desde hace años, a intervalos regulares, de fobia social, lo que hace que no pueda soportar la muchedumbre (…) Puedo salir en círculos pequeños y viajar a Múnich (Alemania) para visitar a mi marido, pero no puedo frecuentar el gentío«, explicó la escritora, y ni siquiera por la suma ganada (1,1 millones de euros), se animó a presentarse en el podio.

El escritor argentino Jorge Luis Borges, considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX, tenía fobia social sintiéndose incapacitado a la hora de acudir a conferencias o a entregas de premios. El inicio de su educación formal a los 9 años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para Borges, los compañeros se mofaban de aquel sabelotodo, que llevaba anteojos, vestía como un niño rico, no se interesaba por los deportes y hablaba tartamudeando. Durante los cuatro años de su permanencia en ese colegio, Borges no aprendió mucho más que algunas palabras en lunfardo y varias estrategias para pasar desapercibido. Ya en en la edad adulta y a causa de mostrarse abiertamente en contra del presidente, por aquel entonces, Juan Domingo Perón, Borges se sintió obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario siendo designado «Inspector de mercados de aves de corral» por el gobierno; tuvo que convertirse por necesidad en conferencista itinerante por diversas provincias argentinas y Uruguay. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez, consiguiendo sobreponerse de sus temores y dolencias con ayuda médica.

Kafka era un tipo introvertido, con gran exceso de vida mental, atormentado y tímido. De su escrito «Carta al padre» (Lumen, 1974), fiel a su estilo, se puede extraer de algunas confesiones que el autor sufría fobia social. «Me sentía mejor cuando te desvestías primero y me quedaba solo en la casilla, postergando la vergüenza de la presentación en público hasta que, finalmente, venías a buscarme y me sacabas de allí«. Comenta su incapacidad para hablar en público, o de enfrentar tareas en las que es necesario interactuar con personas, como atender la tienda de su padre, y de cómo afectaba su baja autoestima a sus estudios o incluso para encontrar esposa.

De melena abultada color zanahoria y dientes podridos, Janet Frame fue rechazada en su más tierna infancia a causa de su apariencia física. La famosa escritora neozelandesa aseguró que cuando era una joven estudiante universitaria, su timidez e inseguridad la hacían mantenerse apartada. Durante su ingreso en un manicomio durante ocho años por un mal diagnóstico de esquizofrenia, Janet se entregó apasionadamente a la literatura, desarrollando su pasión por escribir; pasión que tendría su gran reconocimiento cuando dió a conocer públicamente su caso de fobia social al escribir su autobiografía.

El mundo de los artistas, aunque a veces nos cueste creerlo de tan seguros que parecen a priori, tampoco se libra de la ansiedad y el pánico escénico que se puede producir al exponerse ante el público:

Era tal el miedo de Barbra Streisand que, en el año 67 en una presentación en vivo, olvido la letra de su canción. Pasaron 27 años para que volviera a salir a un escenario en el año 94.

«Me encanta cuidar de mis canciones -es mi estado natural- pero luego, cuando me toca subir a un escenario, ese no es mi sitio. A veces me arrodillo en el escenario porque estoy temblando, o toco al público porque no sé qué más hacer«, declaró públicamente la cantante Lana del Rey a la revista Vogue Australia. A la artista le cuesta controlar sus nervios y los temblores que estos le producen cuando tiene que cantar ante el público.

Mika que si bien sobre el escenario parece convertirse en una auténtica fiera del espectáculo musical, en su vida privada es una persona tímida, tan tímida que en alguna ocasión ha llegado a abandonar un plató durante una entrevista porque había perdido el control.

En la presentación de los premios Mercury, ella fue la sensación. Adele, la cantante británica, reveló en Vogue que es víctima de un pánico escénico muy fuerte cada vez que se tiene que enfrentar a la multitud, pero también reconoció que ese miedo se convierte en placer: «Mientras más me asusto, más disfruto del espectáculo«.

Es guapa, joven triunfadora y una de las musas de Woody Allen, Scarlett Johansson en la entrevista que dió para la revista Glamour confiesa que ama a Broadway, aunque cree que será difícil hacer una obra teatral, porque tiene miedo escénico, un sentimiento que tiene desde la adolescencia que espera en un futuro poder superar. También afirma que le produce pánico cruzar la alfombra roja y eso hace que no disfrute el momento así como tampoco se siente a gusto con la persecución de los paparazzis.

Dustin Hoffman empezó una terapia que le hizo perder las fobias a la gran pantalla y atreverse a sentarse por primera vez en la silla de director a sus 75 años.

A pesar de su extensa trayectoria cinematográfica y televisiva, la estrella mexicana Salma Hayek admite que las tablas del teatro todavía le infunden un gran respeto y hasta cierta animadversión, una debilidad que se debe al trauma de juventud que experimentó en los inicios de su carrera y que le llevaba a quedarse totalmente bloqueada cuando se levantaba el telón. «Tenía solo 18 años cuando tuve que interpretar a Jasmine en una producción juvenil del cuento ‘Aladín’, y fue el mismo día de la inauguración de esa obra cuando me enteré de que sufría miedo escénico. Claro que no me di cuenta de ello hasta que se abrió el telón y me quedé completamente muda delante de todo el mundo. Estaba tan asustada, que se me habían borrado de mi mente todas las frases con las que arrancaba el espectáculo, y tras quedarme unos minutos petrificada, mi reacción fue la de abandonar el escenario y salir a correr. Me imagino que tuvo que ser toda una experiencia ver a una jovencita corriendo a toda prisa por la calle con el traje de princesa puesto, mientras la gente del colegio me perseguía para obligarme a regresar a la obra. Al final me cazaron«, reveló la intérprete en el programa del humorista estadounidense David Letterman. Todavía impactada por las circunstancias, la actriz obligada por sus compañeros tuvo que regresar y llevar a cabo la interpretación de toda la obra. «En el fondo, la experiencia me ayudó a superar mis miedos y a afrontar muchos otros proyectos con más confianza en mis posibilidades. Pero que conste que al final tuve que finalizar la obra y en el fondo reconozco que no quedó tan mal«; ahora es una de las grandes divas del cine internacional.

Finalmente el caso de Madonna también resulta impactante, a pesar tantos años de experiencia en vistosos conciertos y presentaciones, tiene pánico escénico, sobre todo cuando se trata de un auditorio cerrado. En una entrevista para la revista Daze&Confused, Madonna confesó que en este tipo de situaciones siente que se le corta la respiración: “Tengo ataques de pánico en los que siento que todo el mundo está respirando mi aire y que podría morir en el escenario”.

Esta recopilación son sólo algunos nombres que pueden sorprendernos por su locuacidad, ingenio, puesta en escena, o por la influencia que han llegado a experimentar. Entonces, ¿hasta qué punto somos tan distintos?. Ídolos de masas, personas muy capaces, competentes y brillantes en su trabajo, nos hacen recordar que las personas “normales” también tienen miedo.