Cuando los profesionales nos referimos a la fobia social… ¿Seguro qué estamos hablando de lo mismo? Me gustaría destacar diferentes clasificaciones de la fobia social que se han ido realizando estos últimos años, ya que si logramos una percepción cada vez más fina y detallada del trastorno podremos construir herramientas terapéuticas que incidan de manera más eficaz en la forma de abordar la fobia social.

Hasta ahora en el DSM IV existía una clasificación de la fobia social al encontrarnos con una variante generalizada y otra específica. La diferencia entre ambos términos radica en que mientras la primera variante se presenta en casi todos los aspectos cotidianos de la persona que padece este trastorno, en la segunda nos referimos a situaciones concretas en las que la persona teme ser descubierta con signos de ansiedad que le evidencien. Hay que señalar que mientras para algunos autores dicha clasificación se traduce de manera cuantitativa (la fobia social generalizada afecta a más situaciones y de manera más grave que la específica) para otros existen diferencias a nivel cualitativo, ya que estaríamos hablando de dos variantes claramente diferenciadas con una problemática específica.

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(Andrea Hazen y Murria Stein, 1995) proponen otra manera de clasificar el trastorno atendiendo a sí es fobia social de actuación o interacción. En la fobia social de actuación el sujeto teme a aquellas situaciones en las cuales debe adoptar un rol que lo ubica en una condición de ser observado por los otros. La persona teme ser evaluada negativamente en el desempeño de dicho rol. En la fobia social de interacción se incluye a aquellas situaciones en las que el individuo debe relacionarse en igualdad de condición como observador y observado.

Antonio Piqueras y José Olivares, de las universidades de Elche y Murcia, publicaron una investigación en el «Journal of anxiety Disorders» en la que proponían cuatro su tipos de fobia social en adolescentes.

• Fobia social específica. Ansiedad ante una sola situación de interacción o varias de actuación. En este caso se prevé que la vida del individuo puede ser perfectamente normal, con alguna dificultad concreta en la que evitaría, por ejemplo, hablar en público.

• Fobia social levemente generalizada. De dos a cinco situaciones de ansiedad social, de las que al menos dos son de interacción.

• Fobia social medianamente generalizada. De seis a nueve situaciones de ansiedad social, y al menos dos de interacción. Es probable que el adolescente en este caso presentara una interferencia superior con su vida cotidiana, y podría sufrir un síndrome distímico comorbido, así como ver afectado su rendimiento académico de forma severa.

• Fobia social gravemente generalizada. De diez o más situaciones de las que al menos dos son de interacción. Es probable que cursé con depresión mayor, y que cumpla con varias de las características del trastorno de la personalidad por evitación.

Como vemos esta clasificación sería una mezcla de las dos anteriores.

Tratamiento de la fobia social